Alicia Duo y su interesante escritura

Seguimos presentando a nuestra gente de las letras. En esta oportunidad entrevistamos a una dedicada escritora mendocina.

Alicia Duo es mendocina, escritora, magister en literatura y abogada. Su trayectoria literaria está marcada, desde hace más de veinte años, por el género cuento. Ha abordado, también, poesía, ensayo y artículos periodísticos. Ha mantenido presencia en Ferias de Libros, conferencias, congresos, exposiciones y paneles en Mendoza y Buenos Aires. Ha recibido premios y ha sido seleccionada para colaborar con sus escritos en varias antologías.

Algunas de sus obras: “Historiografía pendular de un solo y mismo amor” (once cuentos); “Bailar Vino Beber Tango” (catorce cuentos de fuerte contenido autóctono mendocino y argentino), está editado en idioma inglés como “Dancing Wine Drinking Tango”; “Suma de Cuentos”; “La venta de una mujer” (diecisiete cuentos); “Amor, yo te confieso…” (32 cuentos), entre otras.

¿Cuándo empezaste a escribir?

Comencé a escribir en forma poética desde muy niña. Tendría diez, once años y componía poesías, luego derivé también hacia el cuento sin abandonar los poemas. Escribía por inspiración neta. Tenía ganas de escribir sobre algo y lo hacía. En general era nostálgica, sentimental y romántica. A veces, muy dura y cuestionadora, por encontrar dura la vida. Me alentaban mis padres.

¿De dónde proviene tu inspiración?

Mi inspira, en particular, la conducta humana, hechos, recuerdos, ramalazos de algo que observo, cuestiones graves que me preocupan o adorables simplezas, una frase en el aire, un sonido, también memorias de cuestiones concretas que me marcaron en el dolor o la alegría. Todo llama con su color.

Escribo cuando puedo y si debo realizar un trabajo, lo hago inmediatamente. La muerte de mi esposo me ha quitado el ánimo para realizar algunas ideas que vienen a visitarme y las musas, caprichosas, como vienen, se van. La inspiración se acompaña con esfuerzo. Y se necesita cierta dosis de silencio y tranquilidad.

Sospecho de las técnicas. Lo conciso es sentarme y escribir sobre algo que he elaborado, quizás no muy preciso, pero que ronda con su estructura y me llama. Corrijo infinidad de veces y nunca estoy conforme. En la escritura debe existir emoción, musicalidad y perfección. Y, en realidad, casi no hay técnica, porque la verdadera escritura nace de la pasión. La pasión por las letras es la que pone las máquinas y las herramientas.

¿Hay autores que hayan influido en tu escritura? 

Confieso que he leído mucho y seguiré leyendo mientras me responda la vista y la cabeza. Tengo una biblioteca bien surtida donde abundan los premios Nobel. Admiro a Borges, Cortázar, Rulfo, Di Benedetto, Kafka, Camus, Flaubert, Cervantes, Ana María Shua, Liliana Heker, Hebe Uhart. Una lista interminable. Releo los escritores europeos del siglo XIX y XX. Leo, más aún, sobre historia actual. Me encantan los clásicos escritores rusos, italianos, franceses, españoles. Amo las buenas bibliotecas. Amo la Historia. Todos los escritores han influido sanamente en mí. Ningún escritor existe sin los escritores que le preceden o acompañan.

¿Podrías contarnos sobre tu última obra?

Sí, mi último libro se llama Amor, yo te confieso…” (Buenos Aires, Victorioso Ediciones, 2019). El ejemplar desarrolla treinta dos cuentos, divididos en tres secciones: “Confesiones del hoy”, “Confesiones del ayer”, “Confesiones de cualquier tiempo”, con prefacio de la autora, dedicado “A los que aman”, prólogo del médico psiquiatra legista Benigno Gutiérrez y comentario final de la historiadora Magister Fabiana Mastrangelo.

En mi obra los símbolos y los sueños son componentes básicos: el símbolo, ingrediente natural de la expresión, se engarza y se acopla al sueño. No tengo dudas: los sueños son símbolos de aquello que deseamos, preocupa y ocupa; alimentan memoria y recuerdos. En el plano de las emociones, el idioma, junto con sueños y símbolos, nos remite hacia amores y odios. Los sueños provienen y van hacia un tiempo. Atraviesan presente, pasado y futuro. Nos marcan: dejan señales de nuestra trayectoria, de quienes nos precedieron y de los que vendrán. Todo teñido, en el caso de estos cuentos, por un mismo material tan sutil y terrible como los dragones mágicos: el amor. Mis escritos revelan que el amor supera a la ciencia. En el primer cuento “La biblioteca y las rosas” y en el último “Clases Magistrales”, los sujetos del relato están casados con la ciencia y esconden el amor.

“En mi escritura, el amor que simbolizo en vidas que transcurren, nunca es un amor solitario”

¿A qué remiten las voces masculinas que elegiste en esta serie de cuentos?

Son la reiteración del mito de Eros y Psique: trascienden cualquier separación para revivir o reinventar el propio sueño, desafío a destinos que se pretenden prefijados. Realidad y ficción se combinan en el juego de las letras, pero, en experiencia imborrable, el amor es tomar el agua salvadora, atravesar el color de las visiones, receptar un aroma indefinido, navegar en la sonoridad sagrada, adueñarse de caricias presentidas, penetrar tiempos y espacios infinitos que pertenecen, por igual, a hombres y mujeres.

Benigno Gutiérrez, prologuista, dice:

Estos cuentos “confiesan que la escritora tiene una inmensa capacidad para relatar historias desde la óptica del sexo opuesto, sin que se advierta ninguna afectación. […] quien lee experimenta una vivencia de continuidad” basada en el espíritu con que la autora narra. “El lector va captando la nobleza de los escritos que con sutileza analizan, profundizan y valoran la condición humana. […] en ningún momento, la figura masculina como la femenina es degradada. Los relatos recorren todas las edades apelando ‘a los sueños’ que todos tenemos, tornándose a veces surrealistas. Alicia narra “sobre temas universales como el amor, el desamor, el paso del tiempo, la muerte, el perdón, la tentación y las pasiones, la violencia, el exceso de poder, imponiéndonos la reflexión. En los cuentos en los que irrumpen la inseguridad y la brutalidad se advierte, detrás, una enseñanza de superación aun cuando esté presente el dolor mayor. En los simbolismos que atraviesan los hechos, aparece la sangre, el dolor y la madre que lava la sangre de la muerte. ¿Quién si no la figura de la madre? […], la mujer, la que ama y salva. El erotismo, la sensualidad, lo pasional se evidencia como magnífico y digno de la condición humana y no de la brutalidad. El estilo brillante y la agudeza perceptiva de la autora invitan a leer una y otra vez estas emotivas historias”.

La destacada historiadora Fabiana Mastrangelo opina:  

“Alicia Duo se atreve, en esta obra, a mirar la vida desde la masculinidad. Varía, como escritora, su temática. Destacada en el contenido de otros cuentos en los que enfatizó sobre los diferentes matices de violencia y discriminación sufridos por la mujer, pasa a considerar al hombre, en cuanto principal protagonista del amor, […]: adolescente, enamorado, incomprendido, perturbado, compulsivo, solidario, anciano, resentido, sabio, soñador, mago, guerrero, futbolero, obrero, noble, periodista, estudioso, padre, hermano, compañero, hijo y, esencialmente, humano. La mujer, en esta específica literatura de la autora, aparece conciliadora y comprensiva de ese mundo construido para el privilegio masculino en el que también se ama, se sufre, se gana y se pierde. Un todo notable en relatos especialesLo local y lo universal se dan cita en […] escenarios en los que transcurren los relatos. […] una oficina, una casa sencilla, un barrio, una mansión, un café, un regimiento, un asilo, […] también paisajes y lugares de la tierra de la autora: una finca mendocina, las viñas, la Plaza Independencia y hasta un hotel emblemático. El tiempo histórico es otra variable elegida por la autora. [….] Presente, pasado y momentos a-dimensionales cruzan el entorno de los protagonistas”.  “Al recorrer estas páginas podemos vivenciar estas tres dimensiones de la temporalidad, adentrarnos en profundos significados de la vida y disfrutar de una lectura ágil, original e inteligente”.

¿Tus proyectos futuros?

Después que atraviese este profundo río de tristeza y reacomode el desorden provocado por la ausencia, caminaré con brevedad el sendero de mi amor a las letras. La palabra, siempre, me convoca. Tengo mucho material que espera y una imaginación que patea como caballo contra el establo que lo encierra.

Alejandra Cicchitti

Diario Mendoza Sur

http://dialradio.tv

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