La era de la neurotecnología: Elon Musk y Mark Zuckerberg ya lideran los planes

Se avecina una realidad en la que podamos controlar dispositivos con la mente gracias a los avances en las interfaces cerebro-computadora.

La inteligencia artificial acaparó toda la atención al exhibir su habilidad para elaborar máquinas o chatbots capaces de interpretar y comunicarse eficazmente con los humanos. Sin embargo, la tecnología avanzó mucho más allá de la comprensión de instrucciones humanas a través de aplicaciones como ChatGPT o Bard.

De hecho, estamos cada vez más cerca de una realidad donde las computadoras y sistemas son capaces de leer nuestros pensamientos y traducirlos en acciones telepáticas; como el control de dispositivos inteligentes a partir de comandos mentales, sin la necesidad de intervención física.

Esto se debe a los avances en la tecnología BCI (siglas en inglés de Interfaz Cerebro-Computadora), que habilitan la comunicación directa entre el cerebro y un dispositivo externo. Estas interfaces pueden facilitar la lectura de la actividad cerebral, la estimulación eléctrica del cerebro o la interpretación de las señales neuronales para interactuar con la tecnología.

El CEO de Meta Mark Zuckerberg y el dueño de Tesla Elon Musk emergieron como figuras destacadas en este campo, encabezando proyectos cuyos prototipos están arrojando resultados prometedores este 2024; a pesar de que sus esfuerzos e investigaciones respecto a la neurotecnología datan de varios años atrás.

Los avances más recientes

La compañía de Zuckerberg destina millones de dólares en investigación y desarrollo en el área de las interfaces cerebro-computadora (BCI) desde hace mucho tiempo; podría decirse que desde el 2016, cuando creó el laboratorio Building 8 que trabajó sobre un sistema no invasivo para que las personas pudieran «escribir» con la mente y «escuchar» con la piel.

Si bien el complejo cerró en 2018, sus esfuerzos asociados a la BCI persistieron y progresaron de forma significativa. De hecho, en una reciente entrevista para Morning Brew Daily, Zuckerberg confirmó que Meta está cerca de alcanzar una pulsera de captación, medición e interpretación de ondas cerebrales, que se comercializará «en los próximos años».

«El artefacto permite controlar mediante el pensamiento cualquier interfaz digital. Puntualmente, resulta sumamente útil en su interacción con tecnologías inmersivas y hápticas, como las utilizadas en el Metaverso«, comentó el profesor de Criminalidad informática Christian Sueiro.

Musk, en cambio, tiende a una perspectiva más ambiciosa e intrusiva respecto a las interfaces cerebro-computadora. Es que a través de su empresa Neuralink, que fundó en 2016, busca que los humanos sean capaces de controlar cualquier dispositivo electrónico con el pensamiento, pero a partir de un chip cerebral.

De acuerdo a las palabras del creador de Tesla, los implantes de Neuralink contribuirán a restaurar funciones cerebrales severamente dañadas; como las afectadas por un accidente cerebrovascular o la esclerosis lateral amiotrófica, que conllevan graves dificultades en la comunicación. «Imagínese que Stephen Hawking pudiera comunicarse más rápido que un mecanógrafo o un subastador. Ese es el objetivo», señaló el CEO de la compañía.

Después de los ensayos con monos tres años atrás, la empresa finalmente realizó su primera intervención quirúrgica en humanos en el mes de enero. Al respecto, Musk publicó en X: «El primer ser humano recibió un implante Neuralink y se está recuperando bien. Los resultados iniciales muestran una prometedora detección de picos neuronales».

El chip contiene cientos de electrodos que se conectan a las neuronas y permiten registrar la actividad eléctrica del cerebro y enviarla a un ordenador que luego decodifica cómo pretende moverse la persona.

Queda claro, entonces, cómo estos desarrollos abren un horizonte fascinante de posibilidades; permitiendo vislumbrar una vida en el metaverso, nuevas interacciones con la tecnología y hasta soluciones para enfermedades neurológicas. Sin embargo, este avance también plantea importantes interrogantes éticos y de privacidad que deben ser abordados con cautela para garantizar su uso responsable y beneficioso para la sociedad.

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