Álvarez dijo que «hay sacerdotes que mostraron una deficiencia en su formación»

A fin de año, por decisión de la Santa Sede, cierra el seminario de San Rafael, institución que desde hace un mes está en el centro de la polémica a raíz de la queja que plantearon algunos miembros de la misma.

Se trata de un grupo de sacerdotes egresados de la institución –algunos hoy son profesores de la misma- que mostraron su desacuerdo con el protocolo acordado entre el obispo Eduardo María Taussig y el Ejecutivo provincial, en el marco de la pandemia de Covid-19.

Esos curas, junto a otros fieles montaron una fuerte protesta que fue más allá de los límites de la Iglesia Católica. En una oportunidad hicieron una manifestación en la puerta del seminario de calle Tirasso que terminó en una causa judicial por violación del aislamiento social. Protestaron porque querían recibir la hostia en la boca y no en la mano como indica el decreto.

«Eso fue el disparador», lanzó José Antonio Álvarez, vocero del Obispado, en conversación con Dial Radio TV.

«El cierre del seminario, que funciona desde 1984,  es un dolor para todos lamentablemente, pero las circunstancias se han dado de tal manera que la Santa Sede tomó esa decisión. Es de público conocimiento la protesta social que surgió a partir de los protocolos», añadió.

«Entre las medidas se acordó un  máximo de 30 personas, también las listas de los participantes por si hay contagios y por otra parte tener en cuenta el aislamiento. El único acercamiento es la comunión, que para evitar el contacto físico se resolvió que se diera en la mano y no en la boca», agregó el cura.

«Había que esperar tiempos mejores, porque la pandemia no será eterna. Después de que esto pase se tiene la posibilidad de recibir la comunión como uno quiera, porque las dos formas son legítimas», explicó.

Álvarez dijo que es difícil entender a las personas que hicieron semejante planteo, «porque hoy son muchas las cosas que están restringidas».

Remarcó que la queja de dicho sector «mostró un espíritu muy dañino, de desobediencia y de rebeldía que trascendió las fronteras de San Rafael».

Sin vueltas expresó: «Fue un enojo irracional, que mostró una deficiencia en la formación de muchos sacerdotes».

Diario Mendoza Sur

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