La importancia de los embalses para Mendoza

Mendoza tiene siete embalses: Potrerillos en el río Mendoza; El Carrizal en el río Tunuyán; Agua del Toro, Reyunos y El Tigre en el río Diamante; y El Nihuil y Valle Grande en el río Atuel.

Los diques, o presas, son algunas de las obras civiles más complejas que existen, por el tamaño, la seguridad que deben tener y hasta los problemas de ubicación que implican. También por los riesgos de roturas y las consecuencias que eso tendría. Se instalan en los ríos para generar embalses de agua, cuya finalidad es, principalmente, guardarla para disponerla cuando sea necesario. Esto permite que se flexibilice la gestión del recurso hídrico, ya que depende del régimen natural de los ríos y deshielos, como es el caso de nuestra provincia.

En nuestra región, la función más importante que cumplen los embalses es guardar agua de distintas épocas, para ser aprovechadas en agosto y la primavera. En estos meses, las necesidades de los cultivos (principal demanda de recurso hídrico) son importantes, ya que se forman los frutos, hojas, tallos y demás. No obstante, los caudales en los ríos son bajos respecto de esta demanda, ya que los deshielos de alta montaña son escasos.

Esto ocurre tanto en años de sequía como en años de nevadas importantes, debido a que los deshielos dependen de las temperaturas que se registren en alta montaña. La situación se mantiene, en general, hasta fines de noviembre y principios de diciembre, cuando los caudales que ingresan a los embalses se compensan con los que se erogan. A partir de ese momento, los embalses comienzan a llenarse nuevamente, hasta pasado el invierno, cuando vuelven a cumplir con ese objetivo central de satisfacer de agua durante la primavera.

Diario Mendoza Sur 

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