Huelga general y batalla campal en una Barcelona en llamas

“Las calles serán siempre nuestras!”, “¡In-de-pen-den-cia!” y “La democracia hoy está en la calle” gritaba la multitud. La marcha fue violenta, pero este sábado es la gran manifestación independentista.

Las protestas independentistas convirtieron este viernes a Barcelona en una ciudad peatonal, una escenografía que sintió, en carne propia y en un mismo día, el candor de los soberanistas pacíficos y la bestialidad atroz de aquéllos que, desde hace días, la dejan ardiendo.

Más de medio millón de simpatizantes separatistas, con banderas catalanas esteladas como capas, cochecitos de bebé y gente en sillas de ruedas cumplió la liturgia independentista de las manifestaciones, cuando son pacíficas: gritaban “¡Las calles serán siempre nuestras!”, “¡In-de-pen-den-cia!”, “La democracia hoy está en la calle”. Los celulares colapsaban por la alta concentración y los vendedores ambulantes, casi todos extranjeros que cuando caen dos gotas salen a vender paraguas, ofrecían banderas esteladas por 8 euros.

Inspiradas en el rechazo a los años de cárcel que deberán cumplir los líderes separatistas que en 2017 llevaron adelante un referéndum de autodeterminación ilegal para la independencia de Cataluña, una huelga general bloqueó carreteras, paralizó la ciudad y movilizó a cientos de independentistas que, a las cinco de la tarde, se unieron, en el Paseo de Gracia y Diagonal, con las “marchas por la libertad”, cinco columnas que partieron el miércoles desde distintos puntos de Cataluña y que caminaron 100 kilómetros hasta llegar aquí. La Guardia Urbana los contó: 525.000 manifestantes que, durante casi tres horas, se alentaron mutuamente en el “Objetivo independencia”, como se leía en una de las remeras más vistas durante la movilización.

Enfrentamiento entre policías e independentistas en las calles de Barcelona. Foto EFE

Enfrentamiento entre policías e independentistas en las calles de Barcelona. Foto EFE

A la seis de la tarde, sin embargo, una columna de humo negro que asomaba por detrás de las cúpulas de La Pedrera, el icónico edificio ondulante de Gaudí, a 200 metros del centro de la manifestación, presagiaba otro anochecer violento de un día agitado.

Sobre Via Laietana, sede la Jefatura de la Policía Nacional, unos “400 independentistas violentos”, como los calificó luego el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, volvieron a atrincherarse detrás de contenedores de basura desde donde arrojaban piedras, botellas, latas y pirotecnia a los policías.

Con la cara cubierta, incendiaban cartones y señales de tránsito. Y ponían en escena ataques que se producían sincronizadamente: las lluvias de piedras se desencadenaban como si hubieran sido ensayadas. Los antidisturbios respondían arrojando gases lacrimógenos, balas de goma y salvas para disuadirlos.

No habrá impunidad ante los hechos violentos”, había dicho el presidente en funciones Pedro Sánchez, desde Bruselas, donde participa de la reunión del Consejo Europeo. Sanchez acusó al presidente catalán, Quim Torra, de “banalizar la violencia”.

Los enfrentamientos llevaban ya un par de horas cuando Torra celebró la manifestación serena a través de las redes sociales: “Enhorabuena a las ‘marchas por la libertad’ que han llenado el país. Muchas gracias a todos los que habéis demostrado la fuerza cívica y pacífica del movimiento independentista. Ganaremos y adelante, siempre adelante”.

Incidentes y tensión el viernes, antes de las grandes marchas del sábado. Foto AP

Incidentes y tensión el viernes, antes de las grandes marchas del sábado. Foto AP

Los Comité de Defensa de la República subieron la apuesta: convocaron a una acampada popular “indefinida” en le cruce de la Gran Vía y el Paseo de Gracia y solicitaban, cuando ya había oscurecido, refuerzos para relevar a los militantes que cortaron desde la primera hora de la mañana la autopista que conecta con Francia. Tenían pensado pasar la noche en el piquete.

Este viernes la Audiencia Nacional ordenó el cierre de la web de la plataforma Tsunami Democratic que está investigada por indicios de delitos de terrorismo. La plataforma abrió casi inmediatamente otro dominio online desde donde denunció que sus jóvenes “están siendo masacrados”.

El ministro del Interior Grande-Marlaska, a quien algunos sectores critican por no haberse trasladado a Barcelona, la ciudad condal en llamas, informó este viernes que, en lo que va de la semana, se han incinerado 800 contenedores y 107 autos policiales han sido destrozados por los violentos, a quienes el ministro les adjudicó “comportamientos vandálicos, intolerables”.

“Quienes hoy han querido ejercer el derecho de huelga y manifestación lo han podido hacer en plena libertad, pero quienes vulneran las libertades democráticas se encontrarán con la ley -advirtió Grande-Marlaska-. Vamos a aplicar el código penal con toda contundencia. Les recuerdo que, ante los delitos de atentado contra la autoridad, las penas pueden ser de 6 años de prisión.” Mientras Barcelona volvía a arder, la infanta Leonor, heredera del rey Felipe VI de Borbón, daba en Asturias su primer discurso a los 13 años, tal como hizo su padre quien, a su turno, evitó aludir a la situación que se vive en Cataluña.

Cinco años después de haber recibido el título de princesa de Asturias, Leonor debutó así en la vida institucional de la corona española. Lo hizo en la ceremonia de entrega de los premios bautizados con su título nobiliario.

“Como dijo mi padre a mi edad, será un día que ‘llevaré siempre en lo más profundo de mi corazón’”, dijo la princesa Leonor.

Aunque la motivación sea el espanto, en Barcelona, a más de 800 kilómetros de Asturias, muchos catalanes tienen la misma sensación.

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