Cómo Cranberries trabajó en su despedida con las grabaciones que dejó Dolores O’Riordan

Cada noche, más o menos a la misma hora, esperaban que apareciera.

Era difícil culparlos, puesto que gran parte de lo que hacían los Cranberries en abril y mayo del año pasado evocaba los viejos tiempos. Una vez más, los miembros de la banda de pop alternativo irlandesa se reunieron en el estudio con su antiguo productor, Stephen Street. El trío central -el guitarrista Noel Hogan, su hermano bajista Mike, y el baterista Fergal Lawler- trabajaba en los arreglos mientras escuchaba en auriculares las voces inconclusas de la cantante principal, Dolores O’Riordan. Mike Hogan incluso tocaba con uno de los bajos que había usado durante la carrera de los Cranberries.

O’Riordan rara vez aparecía en los estudios durante las horas del día; le preocupaba cantar demasiado y asfixiar la emoción cruda de su voz, y por ende prefería llegar tarde, cuando el resto de la banda ya había hecho su trabajo. «Dolores venía a hacer las voces y charlábamos», dice Lawler. «Escuchaba lo que habíamos hecho y después nosotros nos íbamos y dejábamos que hiciera lo suyo. Así que a la noche, es como que sigo mirando el pasillo a ver si aparece.»

Lawler hace una pausa. «Y después te das cuenta: ‘Oh, claro, no va a venir’.»

Más o menos tres meses antes de esas sesiones, el 15 de enero de 2018, O’Riordan fue hallada muerta en la bañadera de su cuarto de hotel londinense, a los 46 años. Una investigación luego determinó que se había ahogado por exceso de bebida. El alcohol en su sistema llegaba a cuatro veces el límite legal para manejar en el Reino Unido. El forense británico lo consideró «un accidente trágico».

Pero O’Riordan dejó canciones y cintas. Y con el grupo tocando junto a su voz ahora fantasmal, con esas grabaciones ahora se hizo un disco nuevo, In the End. Programado para editarse en abril, lo presentan como el último disco de Cranberries. «Es el fin de los Cranberries», dice Hogan. «Creo que es el final de un ciclo. Todo el mundo sabe que este es el final… para nosotros, sin dudas… Se siente como un final apropiado después de tanto tiempo con esto.»

Con «esto» Hogan se refiere al proceso de construir un disco singularmente póstumo. Pero de algún modo esa frase significa más: la vida muchas veces alegre pero igualmente difícil de una de las estrellas de rock alternativo más apreciadas de los 90.

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Todo el mundo recuerda la chica que se apareció con un jogging en un casting en Limerick, Irlanda, en 1990, para cantar en un grupo local, los Cranberry Saw Us. «Era un domingo a la noche», dice Lawler. «Llegó con un teclado bajo el brazo, lo enchufó y tocó un par de canciones. No la pudimos escuchar bien porque estaba cantando con un amplificador de guitarra o algo así. La llevé a la parada de colectivo y le dije: ‘¿Te vemos la semana que viene?’. Le dimos un cassette con la música de ‘Linger’, y se lo llevó. La semana siguiente volvió, y tenía letras y melodías, y cantó sobre lo que tocábamos, y fue como: ‘Dios mío. Es genial’.»

Gracias a esas primeras canciones como «Linger» y «Dreams», el grupo, rebautizado como Cranberries, se subió a la ola de rock alternativo de principios de los 90. Su música era dura como el grunge, pero también fresca y rala, y O’Riordan, aparentemente delicada pero con una voz de sirena, cautivó a los fans de la música. Aunque el grupo fue recibido con poco interés en su país natal, Estados Unidos le tomó cariño -empezando con un rol como teloneros en una gira americana de Suede- y los primeros dos discos de la banda, Everybody Else Is Doing ItSo Why Can’t We?, de 1993, y No Need to Argue, del año siguiente, vendieron millones. «Zombie», del segundo disco, satisfizo el deseo de O’Riordan de darle al grupo una audacia musical más fuerte. En 1994, se casó con Dan Burton, ex manager de giras de Duran Duran; el primero de sus tres hijos llegó en 1997.

Aunque los miembros de la banda todavía no lo sabían, O’Riordan estaba, como ella misma dijo años después, «un poquito hecha un desastre». Más tarde confesó haber sido abusada sexualmente por alguien en la zona de Limerick, lo cual empezó cuando ella tenía 8 años y duró cuatro años. El éxito de la banda, y los lujos que lo acompañaron (como un asistente de vestuario personal para O’Riordan) no disminuyeron sus sentimientos de auto-odio, y las presiones sobre la cantante, que tenía veintipocos años cuando alcanzó fama internacional, eran enormes. Un episodio de gripe y agotamiento obligó al grupo a cancelar fechas en Estados Unidos en 1996. «Perdió mucho peso por un trastorno alimenticio», dice su madre, Eileen O’Riordan. «Era muy joven. Me acuerdo que una vez la llevé de vuelta a su pequeña habitación en la casa. Fue demasiado, demasiado rápido.»

Desde 2003, los Cranberries se tomaron una pausa de cinco años, y O’Riordan empezó a pasar más tiempo en un pequeño pueblo al oeste de Toronto con su esposo y sus hijos. «El tema de la fama definitivamente no ayudó», dice Lawler. «Su madre quería que fuera maestra de piano, o enseñar música. Si hubiera seguido ese camino, ¿quién sabe? Podría haber sido mejor para ella.»

Pero la vida tranquila no duraba mucho. «Intentó cortar con la banda, tomarse un tiempo, tener una vida común», dice Eileen, «pero siempre volvía a la música.»

Tras varios proyectos paralelos, incluyendo dos discos solistas de O’Riordan de bajo perfil, el grupo se reunió en 2009. O’Riordan habló abiertamente de sus temas en los años siguientes. En un famoso incidente en 2014, fue arrestada por supuesta agresión, tras pisar una azafata con unas botas pesadas; la azafata le había pedido a una O’Riordan agitada que se sentara, cuando la cantante estaba tratando de agarrar algo del compartimento superior. Aunque los cargos fueron retirados, hizo una contribución voluntaria a una obra benéfica. Sombría, y muchas veces esquelética, O’Riordan anunció que tenía un trastorno de bipolaridad. Burton y ella se separaron ese mismo calamitoso año. Según Lawler: «Nunca tomó mucho alcohol hasta que fue grande. Hasta después de casarse».

Para estar cerca de sus hijos pero no en Canadá, O’Riordan terminó en Nueva York, formando un grupo nuevo, con raíces electrónicas, llamado D.A.R.K., con el bajista de los Smiths, Andy Rourke, y el DJ y productor Olé Koretsky, su nuevo compañero romántico. Pero ella no parecía encontrar la calma. «Extrañaba mucho a sus hijos», dice Lawler. «Le costaba mucho estar lejos de ellos. Eso la carcomía por dentro.»

 
The Cranberries en la década del 90
The Cranberries en la década del 90 Crédito: Gentileza Island Records

Con un nuevo disco de reversiones acústicas y orquestales, Something Else, los Cranberries planeaban salir de gira por Europa y Estados Unidos en 2017, pero tuvieron que cancelar por problemas de espalda de O’Riordan (Mike Hogan dice que era una verdadera hernia de disco, y no una excusa para abuso de sustancias). «Siempre supimos que había alguna enfermedad mental», dice el bajista. «Era algo con lo que teníamos que trabajar especialmente, sobre todo cuando hacíamos recitales y cosas así, y no presionarla mucho. Parecía funcionar bien, más allá del tema de la espalda. Eso fue otra cosa.»

Como no tenían recitales en el calendario, O’Riordan y Noel Hogan -su colaborador de composiciones más habitual en la banda- se encontraron con tiempo libre desde junio de 2017. Para agregar al caos de su vida, tuvieron un par de discusiones, culminando en una denuncia que hizo O’Riordan contra él en la Corte, y luego se retrajo. (Nadie quiere hablar de esto). Una vez le dijo a Hogan que no podía escribir cuando estaba en un buen momento, así que el hecho de que ella quisiera ponerse a trabajar en material nuevo era elocuente. «Dijo: ‘Oh, tenemos que empezar a componer canciones, porque ahora tengo mucho para decir'», dice él. «Le resultaba mucho más fácil escribir letras cuando había problemas en su vida.»

Durante los siguientes meses, de manera intermitente, ambos compusieron canciones nuevas, en general por email. Hogan le mandaba una melodía, y ella le agregaba una pista vocal y se la mandaba de nuevo. Le dijo a Hogan que también tenía canciones que había grabado de manera básica en Estados Unidos, y que estaba dispuesta a dárselas a los Cranberries.

Cuando se acercaba la Navidad de 2017, el grupo diagramó su futuro. Según Noel Hogan, iban a empezar a ensayar a principios de 2018, para una gira en China esa primavera, luego de lo cual empezarían a grabar lo que sería el primer disco de estudio de temas originales de los Cranberries desde Roses, de 2012. «Ese era el plan», dice Hogan, «incluso hasta las últimas conversaciones que tuve con ella esa semana. Era como: ‘Las próximas semanas vamos a mover estas cosas’. Todo estaba normal.»

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Pero primero O’Riordan tenía que visitar Londres; estaba trabajando en un nuevo disco de D.A.R.K., y le habían pedido que cantara una reversión de «Zombie» del grupo de hard-rock de L.A. Bad Wolves. En el camino de Nueva York a Londres, pasó por Limerick, y Eileen O’Riordan notó que su hija tenía dificultades. «Estaba un poco caída», dice. «No era ella. No estaba feliz. Pero estaba feliz de que esto sería algo positivo, de poder terminar el disco.»

El viernes 12 de febrero, dos días antes de su programado viaje a Londres, O’Riordan habló con Noel Hogan, quien sintió que los planes seguían en pie. Ella estaba con tantas ganas de trabajar, dice él, que le mandó un email desde el Aeropuerto Shannon el domingo 14 de enero, para asegurarse de que había recibido un mensaje anterior sobre una canción nueva. «Mirá esto y te llamo mañana», le escribió. Cuando llegó a Londres ese mismo día, se registró en el hotel Hilton de Park Lane.

Ese día, los intercambios con su familia y compañeros de trabajo fueron tan reconfortantes como problemáticos. Le mandó un email a Lawler, preguntándole si debían considerar una canción llamada «So Good» para el disco nuevo. Lawler le tuvo que recordar que ya la habían grabado y la habían incluido en Roses. «Ella dijo: ‘Está bien. Una lástima, es una buena canción'», recuerda él. «No se dio cuenta de que ya la habíamos grabado.» Después de la medianoche, le dejó dos mensajes de voz a Don Waite, un ejecutivo del sello (y ex socio comercial de la banda), que había organizado la colaboración con Bad Wolves. En los mensajes, habló con dulzura acerca de sus hijos, y cantó un fragmento de «Bitter Sweet Symphony», de The Verve (producida por Youth, quien también supervisaba el disco de D.A.R.K.). Waite dice que estaba «de buen ánimo y haciendo chistes».

Eileen O’Riordan dice que su hija había pasado por una rehabilitación y no tomaba vino hacía tres años. Una vez llamó a la mamá y le dijo, con orgullo: «Mamá, me serví un vaso de vino y lo tiré por el lavabo».

Pero en el hotel ese domingo a la noche, con un minibar a su alcance, O’Riordan cayó en viejas tentaciones. Alrededor de las dos de la mañana, llamó a su madre. «Estaba despierta, hablando de todo lo que iba a hacer», dice Eileen. «Estaba llena de vida.»

De todos modos, en el sonido de la voz de su hija, Eileen sintió que algo andaba mal. «Sabía que estaba tomando», dice. «Me dijo: ‘Bueno, me relaja, y me hace feliz’. No me acuerdo lo que le dije yo. Traté de convencerla de que no lo haga, y pensé que iba a parar.»

En su lugar, el cuerpo sin vida de O’Riordan fue hallado en el baño, en pijama, con la cabeza y la nariz sumergidas, alrededor de siete horas después. Se encontraron cinco botellas pequeñas vacías y una botella vacía de champagne. Ocho días después, fue enterrada en Limerick, luego de un funeral con ataúd abierto al que asistieron miles de fans. Su música sonó durante toda la ceremonia. Cuando sonó «When You’re Gone», de Cranberries, al final, las personas en la iglesia estallaron en un aplauso.

 
Los integrantes de The Cranberries, luego de la muerte de su cantante
Los integrantes de The Cranberries, luego de la muerte de su cantante Crédito: Andy Earl

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Cuando la noticia de su muerte empezó a llegar a sus colegas de Cranberries la mañana en que hallaron su cuerpo, los músicos al principio tenían dificultades para procesarla. «Esa es la rareza de todo», dice Noel Hogan. «Esa Dolores, y la Dolores del año anterior, eran dos personas diferentes. Parecía como si se hubiera disipado la niebla, como si hubiera salido del momento más oscuro de su vida. Pudo salir, y de repente pasa esto.»

Lawler está de acuerdo. «Parecía estar bien», dice el baterista. «Subía y bajaba, para ser sincero. A veces estaba mejor, y otros le costaba. Otros días estaba muy bien, muy fuerte. Pero definitivamente no esperaba una cosa así. Estaba trabajando en su salud mental, y mejorando. Pero esto… creo que fue un accidente. Una lástima. Porque 46… Dios mío.»

Un par de semanas después de la muerte de O’Riordan, Noel Hogan les informó a su hermano y a Lawler sobre las canciones incompletas que había estado haciendo con O’Riordan, subrayando que eran todas de un período en particular, y que iban a ser para lo que él llama «un disco propiamente dicho». Aún en forma inacabada, las canciones le hicieron acordar a Lawler a las de sus primeros dos discos, y tomaron la decisión de completarlas. Pero primero el grupo le contó la idea a la familia de O’Riordan para saber su opinión -incluyendo a su hermano P.J., manager de los Cranberries-. La familia aprobó, al igual que los fans, a través de un post de Facebook en el que la banda anunciaba sus intenciones. «Sé que la gente se puede sentir rara con esto. ‘Oh, no deberían hacerlo'», dice Noel Hogan. «Pero pasó lo contrario. Fue recibido con una efusión muy positiva.»

Como estarían trabajando con canciones incompletas, Lawler admite que algunas personas en el sector más comercial expresaron preocupaciones acerca de la calidad del proyecto. «Incluso en la compañía discográfica algunos estaban preocupados de que fuera un poco desigual, pero les aseguramos todo el tiempo que no íbamos a faltarle el respeto a Dolores y publicar algo así nomás», dice. «Tenía que ser un disco de primera calidad, o un EP si no teníamos las canciones suficientes.»

Para facilitar el proceso, el grupo contactó a Street, y se reunieron en su estudio preferido de Londres la primavera pasada. «Fue emotivo vernos por primera vez después de la muerte de Dolores, pero también fue como decir: ‘Bueno, podemos hacerlo'», recuerda Street. «Tenés que tratar de mantenerte unido. Tenía que ser bueno, porque uno no quiere jugar con el legado de lo que se hizo en el pasado.»

Aún así, el proceso fue abrumador. No sólo tenían que borrar los instrumentos de las cintas -ya fuera la guitarra de Noel Hogan o la máquina de ritmos o el acompañamiento de las grabaciones que había hecho O’Riordan en Nueva York. Cuando se reunieron en el estudio con la voz de ella en los oídos, era la primera vez que tocaban juntos en más de un año, tratando de armar arreglos melódicos estilo Cranberries para canciones que sólo Noel Hogan había escuchado antes. «Era un poco raro escucharla en los auriculares», dice Mike Hogan. «A veces, había una pausa en la canción, y podías escuchar la voz de ella hablando. Y estabas como esperando que de repente apareciera ella.»

Otro tema eran las voces de O’Riordan, que no siempre estaban terminadas, y requerían cierto grado de edición. «Dolores quizás tenía el primer estribillo y el puente, cosas así, así que cortamos cosas y las cambiamos de lugar», dice Mike Hogan. Para reforzar la voz de los demos de O’Riordan, e incluso completar alguna palabra por acá o por allá, el grupo contó con Johanna Cranitch, quien hacía voces de acompañamiento en las giras de los Cranberries. «Había cosas, especialmente en un par de estribillos, donde podías escuchar qué es lo que hubiera hecho Dolores», dice Noel Hogan. «Trajimos a Johanna porque sentimos que ella había trabajado con nosotros tanto tiempo en las giras que, de todas las personas posibles, ella sabría mejor que nadie en qué dirección habría ido Dolores. Era fácil explicarle a ella: ‘Mirá, necesitamos que hagas un par de oohs and ahs y que imites sus palabras’.»

El grupo se puso a trabajar y, al mes, ya habían completado todas las pistas de acompañamiento. «No lo podíamos creer», dice Lawler. «Estábamos mirándonos entre nosotros diciendo: ‘Dios, ya terminamos seis canciones’, o ‘Oh, ya hicimos 10’. Los días pasaban volando. No sé, quizás fue una buena distracción para nosotros. Seguíamos muy emocionados. Fue mejor hacerlo ahí, en lugar de haber esperado un año más. Porque en ese caso no habríamos estado tan frescos ni tan cargados emocionalmente.»

Como no había letras fijas y las canciones no tenían títulos sino números, Street se puso a escuchar las letras según lo que escuchaba. Le sorprendió la intensidad. «A Place I Know» parece estar dirigida a sus hijos («Perdón por haberlos dejado/Perdón, los amo»), mientras que «All Over Now» detalla una pelea entre una mujer y su pareja («Ella le dijo al hombre que se había caído al piso/Tenía miedo de que se descubriera la verdad»); también menciona, pavorosamente, «un hotel en Londres». Otras canciones sugerían querer escapar de su dolor interior: «Caminando en la oscuridad/Escapándote de vos/Disparar para matar el dolor», cantaba en «Catch Me When It’s Over». Como dice Lawler: «En algunas canciones… me gustaría decir que está como viendo el futuro. Hay algunas muy emotivas, sobre todo después de su muerte.»

A pesar de su productividad, la realidad los golpearía más tarde, como cuando Noel Hogan volvía a su hotel después de un día de trabajo. «Ese era el momento más difícil del proceso», dice. «Te sentás a escuchar lo que hiciste en el día, y ya no estás tan enfocado como en el estudio. Y te das cuenta más fuertemente. Después al día siguiente te despertás y te sacudís de nuevo, y después volvés y te enganchás otra vez.»

Durante todo el proceso, Street sabía que había al menos una canción que quería que los Cranberries esperaran para grabar hasta que el disco estuviera casi terminado. «In the End», una de las canciones que requirió ediciones y arreglos, tiene una letra sobria pero conmovedora: «¿No es raro/Cuando todo lo que querías/al final, no era para nada como lo que querías?», cantaba O’Riordan. Como recuerda Street: «No me parecía bien trabajar en esa canción hasta que hubiéramos logrado grabar la mayor parte del disco. Quería que el grupo sintiera emocionalmente que era una conclusión.»

Considerando la letra, el grupo estuvo de acuerdo en esperar para grabarla hasta casi el final de su trabajo. «Es una canción muy emotiva», dice Noel Hogan. «Cuando empezás, querés todo esto, querés todo, pero después lo recibís y no es lo que realmente pensabas que era. En un momento de nuestra carrera, todos sentimos eso.»

El último día de la grabación, Lawler recuerda que el grupo escuchó otra canción conmovedora, «Lost», y se quebraron. «Cuando estábamos escuchando esa el último día», dice, «no pude evitarlo. Me quebré.» Para agregar intensidad al momento, los tres músicos, que tocaban juntos desde la adolescencia, también se dieron cuenta de que quizás acababan de tocar juntos por última vez.

«Nadie dijo nada», dice Noel Hogan, «pero yo sé que todos estábamos pensando lo mismo, porque nadie quiere ser el que tira todo abajo aún más de lo que ya está. Ya es difícil como es, como para también decir: ‘Hey, chicos, dicho sea de paso, ¿se dan cuenta de que esta es la última vez que vamos a estar tocando en un estudio como los Cranberries?’.» Salieron a comer, contaron algunas anécdotas, y luego dos de ellos volvieron a Irlanda.

A la altura de los objetivos de la banda, In the End suena como un disco completamente logrado, y no una colección de bocetos incompletos. Las canciones recrean tanto el pulso metálico de «Zombie» como el ambiente fresco y amplio de «Linger», pero con una O’Riordan adulta y resignada en el centro. Según la banda, va a ser la última vez que se escuche de ellos. No hay planes, entre los miembros supervivientes, de salir de gira con otra cantante, ni tampoco de un concierto homenaje. La palabra «holograma» apareció, pero la descartaron. «La gente me lo dijo», dice Noel Hogan. «La gente me dijo muchas cosas tontas el año pasado. También me dijeron: ‘Bueno, busquen otra cantante’. No creo que la gente que dice eso lo entienda. Quizás piensan que son amables o algo así. No es una idea que vayamos a considerar para nada. Creo que la banda logró mucho, y creo que vamos a despedirnos en un buen nivel con este disco.»

Hasta hace un par de semanas, Eileen O’Riordan no había pasado un tiempo con In the End. Tiene una copia desde hace semanas, pero le resulta demasiado difícil de escuchar. «Estoy alegre de que esté terminado», dice. «Pensé que lo escucharía, pero no me siento lista todavía para escuchar nada. No tiene sentido ponerse triste. Creo que ella está en el cielo ahora. Creo que está en paz.»

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