Tras los cuadernos de la corrupción Máximo y La Cámpora también habrían manejado un circuito de valijeros

El secretario privado de Juan Manuel Abal Medina, Martín Larraburu, preso por la causa de los cuadernos de las coimas, amplió su declaración indagatoria y dio nombres concretos.

Como figuran en los dos pendrives que secuestró la Policía Federal en su departamento, planillas que figuran como «Consolidado Campaña CFK» y «Cuaderno JDV» pusieron blanco sobre negro en las iniciales que el joven secretario de Abal Medina tenía allí anotados: además de la mención  a su ex jefe, Larraburu identificó a  Juan Carlos «Chueco» Mazzón, como receptor de fondos, y a a los dirigentes camporistas Andrés Larroque y José Ottavis como los «receptores» de ese dinero.

La causa que llevan adelante el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli investiga una asociación ilícita «destinada a organizar un sistema de recaudación de fondos para recibir dinero ilegal y enriquecerse ilegítimamente», enfocada -en principio- en un esquema de recaudación en el área del Ministerio de Planificación, dividido en varias “terminales”: Julio De Vido, Claudio Uberti, Ricardo Jaime, José López y Roberto Baratta, a los que Néstor Kirchner bendecía y a los que esperaba (y controlaba) con puntillosa regularidad.

Pero al margen del veloz repaso por la lista de “Valijeros K”, aparece otra categoría: la de los hombres de Máximo Kirchner, quien heredó algunas aptitudes de su padre (como cuando es orador político) pero fundamentalmente que, tras la muerte de Néstor, ocupó el lugar central de recaudación con claro conocimiento de Cristina Kirchner, entonces Presidenta de la Nación, jefa política del kirchnerismo y líder de los jóvenes camporistas.

Así se armó una nueva red de valijeros, con sus propias cuevas y sus cajas. Una de ellas fue la de los fondos reservados de la AFI (anteriormente llamada SIDE) donde tras el despido tumultuoso del agente Jaime Stiuso, se anunció una transparencia mentirosa, con un par de amigos de Máximo con rol fundamental. Así, La Cámpora fue actor central tanto en la recaudación como en el destino de ese dinero y hasta llegaron a coincidir con Guillermo Moreno quien creó las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación) y que significaron la apertura de una causa judicial contra ex funcionarios K.

Pero el nombre clave en esa estructura para el financiamiento de la política habría sido una persona de vínculo estrecho con Máximo: Fernando Basanta.

El doctor Fernando Miguel Basanta es íntimo amigo y “mano derecha” de Máximo Carlos Kirchner. Para algunos en el peronismo, enfrentado a La Cámpora, era cumplía el papel de “comisario político” en las sombras, rol que se le adjudicaba desde el inicio de la organización.

Hijo de Arnulfo Basanta, un escritor y poeta ya fallecido que trabajó muchos años en el Correo Argentino y que fue titular de Loterías para Acción Social (LOAS), durante la gobernación de Néstor Kirchner. Tal vez de allí, a Fernando Basanta le quedó -como herencia familiar- una silla fija en Lotería Nacional donde reviste como planta permanente.

El joven Basanta se transformó luego en hombre de Francisco “Batata” Mansilla, uno de los integrantes de la “Mesa del Odio”, el grupo de amigos de Néstor Kirchner quienes se reunían con él, con habitualidad, en la confitería del hotel Santa Cruz. Mansilla creó después la agrupación santacruceña “Por Una Ciudad Solidaria” y en su taller mecánico se celebraron asados donde coincidían Néstor Kirchner y el entonces empleado bancario Lázaro Báez. Por ese lazo con “Batata” Mansilla, a Basanta se lo considera “un hombre de la AFI que labura con la policía de Santa Cruz”.

Luego Basanta trabajó, durante las gestiones kirchneristas en el Estado, desde marzo de 2009 a julio de 2011 en la Lotería Nacional, lugar apetecible por quienes adoran “la caja política”. Luego, pasó de mayo de 2012 hasta diciembre de 2015 -fin del segundo mandato de CFK- a revistar en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con un cargo en la cartera que manejó el secretario de Justicia Julián Álvarez, miembro de la conducción camporista y un nexo clave con los jueces federales. En enero de 2016, Basanta volvió a Lotería hasta octubre 2017; ya no está ahí pero porque goza de una licencia sin goce de sueldo de su planta permanente.

Basanta habría sido el hombre encargado del reparto del dinero de las campañas de La Cámpora. Tras visitar el quincho donde vivía Máximo Kirchner en la residencia presidencial y, tras un asado regado con vinos Rutini, Basanta habría salido de Olivos con los fondos para repartir entre las distintas agrupaciones de la fuerza juvenil para el trabajo electoral.

El lugar clave de “operaciones” de Basanta sería, además de Olivos, la sede central de la agrupación juvenil K, ubicada en la calle Cerrito, entre Bartolomé Mitre y Rivadavia, lugar que no cuenta con ninguna gráfica de identificación partidaria en la fachada del edificio porteño. Hasta allí,llegaban quienes aportaban la plata “negra” para la agrupación juvenil.

Este riogalleguense fue luego quien Máximo postuló para reemplazar a Jaime Stiuso en la SIDE cuando Cristina Kirchner se desprende del histórico agente de inteligencia, que tan cercano fue a su ex esposo Néstor Kirchner. Basanta se habría sumado a la Agencia Federal de Inteligencia para el manejo de los fondos reservados de un modo muy reservado: no fue nombrado en esa dependencia ni figura en ningún registro de la agencia pero habría logrado intervenir, de modo “inorgánico”, la caja a Oscar Parrilli, el ex secretario presidencial que Cristina puso en la secretaría de los espías.

Los fondos reservados de la SIDE o AFI se manejaron siempre sin control pero solo se movieron con el aval del 8 (como se denomina al segundo en la estructura de la Secretaría de Inteligencia) del encargado de Operaciones y del de Finanzas. Allí también revistaba Martín Alanis, otro joven camporista Ese tridente que definía el destino de los fondos reservados terminaba en Juan Martín Mena -segundo de Oscar Parrilli en la AFI- y quien tenía trato directo con Basanta, por indicación de Máximo Kirchner.

Esos fondos terminaban, en parte, en el financiamiento de la campaña de La Cámpora, en sus distritos y no en la faena presidencial de Daniel Scioli, a quien La Cámpora boicoteó en la pelea electoral de 2015. En la provincia de Buenos Aires, ese rol lo cumplía José Ottavis, hoy enfrentado a Máximo Kirchner.

Fernando Basanta también era el encargado de colectar los aportes de los dirigentes y militantes que accedían a un nombramiento en el Estado o en las gobernaciones y municipios. Habrían sido instrumentadas dos maneras de recabar los “aportes militantes”:, una con un porcentaje fijo: 30% del sueldo por parte de los ministros y diputados, 20% los secretarios de Estado y directores nacionales y 10% los empleados.

Pero habría una más perversa: en algunos organismos, le gestionaban a los empleados camporistas un préstamo. Cuando se lo otorgaban, ese monto iba a la recaudación de la agrupación y después, el militante sufría el descuento correspondiente del préstamo en su recibo de sueldo, que era lo mismo que aportar cada mes. Un dato clave para la tramitación rápida de esos préstamos era que Juan Ignacio Forlón, otro amigo de Máximo Kirchner, presidió el Banco Nación desde fines de 2013 hasta fines de 2015.

Todo eso era llevado y reportado a Basanta en sus oficinas del Ministerio de Justicia de la Nación, cuyo titular era Julio Alak pero que estaba vaciado de poder pues Justicia estaba copado por La Cámpora.

Terminado el gobierno de Cristina Kirchner, Basanta se refugió en Santa Cruz, donde hoy es el ministro de Gobierno de Alicia Kirchner. Como ya contó Clarín, el hoy funcionario santacruceño tiene casas en Río Gallegos y en Capital Federal y sus declaraciones patrimoniales dieron muestra de saltos pronunciados. De $ 338.000 que declaró como patrimonio en 2012 pasó a $ 540.021 y al año siguiente, su cierre fiscal fue de $ 798.151,34. El incremento continuó y en su última declaración jurada, antes de dejar el gobierno nacional, mostró un crecimiento -sólo en un año- del 68 %: de un patrimonio de $ 1.189.271,11 volvió a Santa Cruz con $ 2.002.958,98.

Ahora, y como reveló el portal OPI Santa Cruz, logró que su esposa fuera designada como miembro del Tribunal de Cuentas provincial. O sea que su esposa ocupa un rol de control del gobierno del que forma parte su marido, algo que supo hacer Julio De Vido cuando su mujer Alessandra Minnicelli revistó en la Sindicatura General de la Nación.

Esa designación fue impugnada por Poder Ciudadano, organización que acudió a la justicia por la designación de Gaitán, esposa del ministro Basanta, en el Tribunal de Cuentas.

Pero Basanta, ya lejos de los fondos reservados de la AFI y del espíritu revolucionario de la militancia camporista, devino en un duro funcionario: un grupo de jubiladas santacruceñas lo acusó, en diciembre de 2017, de que tras un reclamo él las llamó «viejas locas». Integrantes de “Jubilados Unidos en acción” aseguraron que se cruzaron con el ministro de Gobierno y que éste las insultó y las amenazó con mandarlas presa por el reclamo y las trató de «viejas locas» y «pelotudas».

Triste final de una carrera política vertiginosa de la década K.

 

Fuente:www.clarín.com

Publicaciones Similares