Oyarbide insistió en que fue presionado por Stiuso y dijo que teme por su vida

El exjuez federal Norberto Oyarbide , por la radio, lloró, pidió protección policial y se ofreció a declarar como un delincuente arrepentido en la causa de los cuadernos de la corrupción, donde aparece mencionado recibiendo dinero. Pero, horas más tarde, en los tribunales y ante el fiscal, se contentó con bajar el volumen de sus revelaciones y solo dijo que el exespía Jaime Stiuso y el auditor general de la Nación Javier Fernández lo llevaron a un departamento, donde le pidieron de parte de Néstor y Cristina Kirchner celeridad en resolver sus causas por enriquecimiento ilícito.

Así como llegó, se fue. Con su nuevo color de pelo platinado y abrigado con una campera matelasse con puños de cordero oscuro, engamados con guantes marrones. Custodiado por la policía en un auto blanco, se subió en el asiento trasero de otro auto gemelo, que lo llevó hasta su casa.

Oyarbide había comenzado el día muy arriba. Pidió con Baby Etchecopar, por Radio 10, ampliar su declaración, acusó a Néstor Kirchner y dijo que teme que lo maten. «Estoy muy mal, estoy muy mal, Baby. Pero me quedan fuerzas para decir algunas cosas», dijo el exjuez y acusó a Stiuso y Fernández de «agarrarlo del cogote» y presionarlo. «Finalmente, ellos eran empleados, por llamarlo de alguna manera, de una persona de la que emanaban todas las responsabilidades. Es la persona que falleció, el esposo de la presidenta», sostuvo. «Qué querés que haga Baby, si se murió», dijo entre lágrimas y agregó: «Yo sobreseí en base a las cosas que me dijeron. Fue ese mismo fin de semana que él se murió».

Menos de una hora después, llegó a los tribunales de Comodoro Py y fue directo a la fiscalía de Carlos Stornelli. Allí pidió declarar como arrepentido. En sus cuadernos, Oscar Centeno escribió cómo visitaron a Oyarbide varias veces para llevarle dinero o para ir a buscar una resolución, Los encuentros se hicieron en su casa o en restaurantes que frecuenta el magistrado. Ante el temor de quedar preso, Oyarbide estaba dispuesto a todo, hasta convertirse en delincuente confeso. Incluso, a decir que en el kirchnerismo le habían sugerido acusar a Mauricio Macri en la causa de las escuchas ilegales para perjudicarlo.

Stornelli y su flamante colaborador, el fiscal Carlos Rívolo, evaluaron la situación particular del juez. La ley del arrepentido señala que «no podrán celebrar acuerdos de colaboración los funcionarios que hayan ejercido o estén ejerciendo cargos susceptibles del proceso de juicio político». El juez es uno de ellos.

Ya sin sortija a la que aferrarse para obtener un beneficio, no le quedó otro remedio que declarar con una versión light, en formato de denuncia de ningún delito. Dijo, según su abogado Osvaldo Cantore, que Stiuso y Javier Fernández lo llevaron a un departamento de la avenida Córdoba, donde le pidieron celeridad en resolver el caso de los Kirchner. Dijo que ambos le comentaron que eran mensajeros de los expresidentes. Cantore dijo que cuando Oyarbide mencionó que lo agarraron «del cogote» fue una expresión y que no mencionó esto ante el juez y el fiscal. Litros de agua que diluyeron sus acusaciones iniciales y que contradijeron sus declaraciones públicas.

«Estaba nervioso», decía Cantore para explicar lo inexplicable. Sostuvo que el entonces juez sobreseyó a los Kirchner por enriquecimiento ilícito sobre la base de los peritajes que tuvo a la vista en ese momento y no por el pedido de los mensajeros de los Kirchner.

Otro golpe a la intención de revocar los sobreseimientos, con el argumento de la cosa juzgada írrita, figura que alude a que por más que un fallo hubiera quedado firme, si se comprueba que fue dictado sobre una base falsa o de manera delictiva, puede anularse.

 

Fuente:www.lanación.com

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