Desafiante, Trump advirtió que un juicio político sería letal para la economía

WASHINGTON.- Desdoblado en su intento por dejar atrás la semana más dura de su presidencia, Donald Trump alternó ayer la defensa y el ataque para disipar los nubarrones judiciales que sobrevuelan la Casa Blanca, y amenazó por televisión que un eventual juicio político en su contra derrumbaría los mercados y la economía del país.

«Le diré esto: si alguna vez soy sometido a juicio político, creo que el mercado podría colapsar. Creo que todos podríamos ser más pobres», advirtió sobre la creciente posibilidad de un impeachment en una entrevista con el programa Fox and Friends, desde la Casa Blanca.

«No sé cómo se puede abrir un juicio político a alguien que está haciendo un gran trabajo», subrayó el presidente durante el diálogo con la presentadora Ainsley Earhardt. «Se verían números que ustedes no creerían, en retroceso».ump

Trump recurrió así a la actualidad de la economía, que muestra un andar razonable, para defenderse con otras armas de las múltiples causas, escándalos e investigaciones a las que su figura, y su círculo de colaboradores, parecen estar abonados. Entre esos escándalos, las explosivas confesiones ante la corte federal de Manhattan, el martes pasado, de Michael Cohen, el exabogado que se ocupó durante más de una década de arreglar sus asuntos más oscuros.

Cohen se convirtió en su enemigo tras declarar que había pagado, en persona, los sobornos a dos mujeres no solo con su consentimiento, sino bajo sus órdenes. A los ojos de Trump, el hombre resultó ser un individuo volátil que se rindió a la inquisición de los fiscales.

«Sé todo sobre darse vuelta. Durante 30, 40 años he visto a los que se dan vuelta. Todo es maravilloso y luego les dan 10 años de cárcel y se van contra cualquiera que esté inmediatamente arriba o tan alto como puedan», disparó.

El giro de Cohen se sumó a la condena por fraude financiero de otro estrecho colaborador de Trump, su jefe de campaña, Paul Manafort, el mismo martes. El doble impacto, sumado a la causa siempre presente del Rusiagate, pone en jaque las chances de un buen desempeño de los republicanos en las próximas legislativas. Con los demócratas energizados, revivió al mismo tiempo el fantasma de juicio político que el presidente intentó disipar en su charla con Fox, y que, según analistas, será un tema de campaña para las elecciones de noviembre.

Con Michael Cohen como ejemplo más a mano, Trump aprovechó la entrevista de Fox para lanzar un ataque contra los sospechosos que entregan pruebas y actúan como testigos de la fiscalía, un elemento básico del sistema judicial penal.

«Se lo llama cambiar de lado y casi debería ser ilegal», afirmó. «Siendo justos con él, la mayoría de la gente va a hacer eso», dijo en referencia al supuesto quiebre de Cohen, que negoció la confesión ante los fiscales para rebajar su condena.

Trump recurrió además a Twitter para cuestionar la causa del Rusiagate que lleva adelante el fiscal especial Robert Mueller. «¡Ninguna colusión, caza de brujas manipulada!», dijo sobre la investigación de la injerencia rusa en las elecciones.

Luego, el fiscal general, Jeff Sessions, reaccionó a las reiteradas críticas del presidente al afirmar que no cederá ante presiones políticas. «Mientras sea fiscal general, las acciones del Departamento de Justicia no serán influidas inapropiadamente por consideraciones políticas. Exijo los estándares más altos, y cuando no se cumplen, actúo», dijo en un comunicado. Trump ha pedido repetidas veces a Sessions que entierre la investigación de Mueller sobre una supuesta colusión con Rusia.

En tanto, la Casa Blanca trataba de manejar el golpe que representó el acuerdo de Cohen y la sentencia de Manafort. Pero fue el mismo presidente, a falta de una respuesta coordinada de su oficina de prensa y sus abogados, quien más se refirió al tema. Según Trump, los problemas legales de Cohen surgieron de sus otros negocios, como una compañía de taxis de su propiedad.

Cohen se declaró culpable de ocho cargos, algunos vinculados a sus negocios particulares, pero otros relacionados directamente con su trabajo con Trump, ya que tenía entre sus funciones arreglar, a golpe de billetera, los problemas de faldas con modelos dispuestas a ventilar sus relaciones.

Dijo que usó empresas fantasma para hacer pagos a la exmodelo de Playboy Karen McDougal, y a la actriz porno Stormy Daniels con el fin de comprar su silencio para no perjudicar la campaña de 2016. Trump, que dijo desconocer esos pagos hasta después que se hicieron, afirmó que, de todos modos, «ni siquiera eran una violación de campaña», como señalaron los fiscales. Tras enterarse de esos movimientos, explicó el presidente, le reembolsó el dinero a Cohen y no con fondos de la campaña electoral.

 

Fuente:www.lanación.com

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