Crimen en Villa Gesell: la terrible historia de bullying que terminó con Pablo Ventura detenido 4 días

La patota de rugbiers lo acusó y la Policía lo fue a buscar. Sus amigos de Zárate lo describen como alguien “muy tímido”, “enamoradizo” e “inocente”. Y que por eso siempre fue víctima del acoso de sus pares. También lo definen como “una persona de gran corazón”.

Entre la angustia, la amargura y la desolación, José María Ventura le confiaba a Clarín, el lunes al mediodía, frente a la puerta de la fiscalía de Villa Gesell, que se «rompía el coco» por entender cómo Pablo, su hijo, estaba detenido, acusado por el asesinato de Fernando Báez Sosa.

Con sus ojos verdes lacrimógenos, pero conteniendo el llanto, Ventura intentaba recordar algo vinculado a viejos ex compañeros de Pablo, ya sea del Club Náutico de Zárate o del colegio de su pueblo donde hizo la primaria y la secundaria.

«Podría estar relacionada a un pase de facturas, alguna cuenta pendiente», se devanaba los sesos José María, no muy convencido. ¿Por qué?, se le consultó, «Viste cómo son los adolescentes: él remero, versus los otros que hacen rugby, hay pica, siempre».

En su encuentro con los medios, luego de la liberación de su hijo, el martes a la noche, Jose María volvió a aquello que había deslizado días atrás. «Cada vez que los chicos estos hacían una picardía, una pavada, ellos decían: ‘¿Quién lo hizo? Pablo Ventura’. Lo decían como una joda más, pero esto se extralimitó, lo señalaron a Pablo pensando que el chico (Fernando) no estaría muerto», decía dejando entrever que el joven estudiante de Farmacia sería víctima de algún tipo bullying.

"Pablo es un chico muy reservado, de casi nula vida nocturna y que nunca habría tenido una novia", dice un amigo muy cercano.

Foto Maxi Failla

«Pablo es un chico muy reservado, de casi nula vida nocturna y que nunca habría tenido una novia», dice un amigo muy cercano. Foto Maxi Failla

Sin embargo, José María no tenía suficientes argumentos. Tampoco Jorge Santoro, el abogado familiar, que descartaba de cuajo algún tipo de boicot o de ensañamiento personal. Sin embargo, empezaron a hablar algunos conocidos y amigos de Pablo: «Un chico muy reservado, de casi nula vida nocturna y que nunca habría tenido una novia», confía alguien cercano.

«La timidez, ser tan callado y permisivo a la hora que lo boludearon le jugó en contra a Pablo», dice Ante, uno de sus mejores amigos y con quien se iba a ir de vacaciones. «Lo conozco de toda la vida a Pablo y sé cómo romper el hielo con él, sé que yo soy el que tiene que sacar un tema para conversar, pero es su personalidad. Además de un pibe fuera de serie, incapaz de tener alguna maldad».

Pablo hace remo, una actividad que practica en el Club Náutico de Zárate, donde encontró a su grupo más cercano. «Pablo no hizo amigos en el colegio, donde siempre era el punto, lo tenían para el gaste permanente. De todas maneras, no hablaba de estas cosas con nadie, lo tragaba, es un pibe muy para adentro, que traga y traga».

«No le molesta ser tan alto a ‘Chiquito -como también lo llaman a este urso de 1.95 metro-, pero un poco de rollo tiene con calzar casi 50, imaginate, siempre fue un inconveniente a la hora de buscar calzado. Y lo jodían con eso de ‘pies canoa’, pero él nunca respondía, se la bancaba como un duque».

Juan, un compañero de la adolescencia, de los tiempos en los que practicaban básquet, recuerda a que «Pablo era típico grandote boludón, centro de todas las cargadas: Para mi siempre fue un tipazo, pero daba con ese perfil».

Amiga remera, Sabrina remarca la calidad humana de Pablo, «un pibe con un corazón de oro que está para dar una mano, hacerte una gauchada o llevarte a algún lugar, porque siempre anda en auto», dice la chica de 18 años, vecina de Zárate, que lo conoce desde 2015, en el Club Náutico. «Empezamos una amistad más fuerte, de decirnos más cosas, en 2017».

Sabrina cuenta que Pablo es un chico «que nunca reacciona, que siempre tiene pensamientos sanos, no cree que lo pueden cagar. Entonces mucha gente, por lo poco que me contó él, abusaba de esa forma de ser, lo tomaba de boludo, ¿me explico? Pero es un pibe que de boludo no tiene nada».

Pablo Ventura junto a su padre José María en el hotel Luz y Fuerza, de Villa Gesell. "Lo tomaban de boludo, porque nunca reaccionaba, hasta se animaban a pegarle y él se la aguantaba sin decir nada", cuenta Santiago, amigo remero.

Foto Maxi Failla

Pablo Ventura junto a su padre José María en el hotel Luz y Fuerza, de Villa Gesell. «Lo tomaban de boludo, porque nunca reaccionaba, hasta se animaban a pegarle y él se la aguantaba sin decir nada», cuenta Santiago, amigo remero. Foto Maxi Failla

Recuerda la amiga remera que una día, el año pasado, saliendo de un bar «encuentra su auto embarrado de caca… las ventanas, el techo, el parabrisas. Estaba enojado, pero él no le importaba saber quién lo hizo, y quizás fueron estos mismos rugbiers. Pero la preocupación suya era lavar el auto antes de llegar a su casa para que no lo retara su papa».

Remarca su timidez y su introversión, «hablaba poco de chicas, yo no le conocí ninguna novia, pero doy fue que es muy enamoradizo. Alguna le daba la hora y el pibe se re enganchaba -dice Sabrina con cuidado y respeto-, pero no es como esos pibes que encaran de una, él siempre fue muy cauteloso».

Para otro amigo del mundo del remo, Santiago, para Pablo «no existen los conflictos, él los desactiva a todos pero a su manera, no dando bola, bancándose todo y nunca poniendo límites. Siendo permisivo, hasta le han pegado sabiendo que nunca iba a reaccionar», dice quien lo conoce a Ventura hace ocho años.

Santiago cuenta que «en sus cumpleaños hay muy pocos amigos, nadie del colegio al que fue, sólo familiares y alguno de club». La charla con Santiago se interrumpe dos veces, porque «me están llegando amenazas de algunos hermanos de los que están detenidos. Dicen que si seguimos hablando nos van a tirar a la Costanera (de Zárate)». El diálogo se cortó y pese al insistente intento de volver a charlar, no fue posible».

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