Cómo fue la absolución de Villar Cataldo: la estrategia para empatizar con el jurado y una deliberación en tiempo récord

El médico fue considerado «no culpable» en el asesinato del ladrón Ricardo Kabler, ocurrido en agosto de 2016.

Lino Villar Cataldo escuchó la frase «no culpable» cruzado de piernas sentado sobre «la silla del acusado». En ese mismo instante a sus espaldas el estruendo de aplausos y un grito de «¡justicia!» de su hermano Jorge rompió la tensión que se había generado cuando los 12 ciudadanos que integraron el jurado entraron a la sala y la mujer que fue designada presidenta leyó la decisión que lo absolvía de la culpa y el cargo de haber asesinado de cuatro tiros a Ricardo Krabler (24), quien había intentado robarle su auto hace tres años en la puerta de su casa de Loma Hermosa.

Minutos después salía por la puerta trasera de los Tribunales de San Martín junto a su esposa custodiado por policías bonaerenses que, al encontrarse con una guardia de fotorreporteros le sugirieron al médico: «Sonría, doctor, abrace a su esposa, dele un beso». Y Villar Cataldo hizo caso. Ya era hombre libre.

Después de un largo proceso judicial, el médico nacido en Paraguay hace 65 años puede recuperar su vida normal gracias al respaldo que le dio el jurado. Después de cuatro días de juicio, de escuchar peritos, testigos, alegatos de las partes y las últimas palabras del acusado, estos seis hombres y seis mujeres elegidos por sorteo se encerraron a deliberar y, por el tiempo que tardaron en tomar la decisión, no tuvieron muchas dudas.

En una hora y media, lo que significa 30 minutos abajo del tiempo promedio registrado en deliberaciones de jurados desde que esta modalidad se activó en la Provincia de Buenos Aires, comunicaron su decisión.

 

Optaron por la posición de la defensa de Villar Cataldo, comandada por Diego Szpiegel, que era la absolución, y no consideraron el homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, que propuso la querella, ni el homicidio simple agravado con exceso de legítima defensa, que entendió la fiscal Noemí Carreira.

Diego Szpiegel y su defendido, el médico Lino Villar Cataldo, durante el juicio

Diego Szpiegel y su defendido, el médico Lino Villar Cataldo, durante el juicio

La representante del Ministerio Público de la Provincia sorprendió porque cambió la acusación sobre la que había trabajado para llegar al juicio su colega de instrucción Diana Mayko, quien había elevado la causa con una imputación al médico por homicidio simple.

Para muchos de los abogados que siguieron el juicio y la causa y que ayer presenciaron el veredicto, lo de Carreira fue «increíble». «Lo acusó por un delito muy menor que podría haberlo hecho cumplir la pena en su casa», explicaba sorprendido un viejo habitante de los Tribunales de San Martín.

El movimiento se interpretó en base a tres variantes: que la fiscal de juicio no encontró pruebas para acusar de homicidio simple a Villar Cataldo, que reconoce que se defendió de manera exagerada, por lo cual invalidaría todo el trabajo de Mayko, o que «le tiraron una gran soga al médico invitando al jurado a que tomen una decisión sin tanta presión». Quizá porque veían venir que el humor popular apuntaba a un respaldo de la acción del acusado.

Szpiegel trabajó bien la defensa de su cliente. Lo preparó para conmover y empatizar con el jurado (si es que era necesario, ya que el caso fue muy mediático y probablemente todos tuvieran ya un preconcepto sobre los hechos, algo que contradice el espíritu del reglamento de los juicios por jurado). En su alegato incluso les habló de «vos» a los 12 ciudadanos.

Silvia, la madre de Ricardo Krabler

Silvia, la madre de Ricardo Krabler

«La propia fiscalía ya abandonó la figura del homicidio simple porque se dio cuenta de que no hubo intención. Lino reaccionó como pudo. Acá te quieren convencer de que ocurrió algo que no pasó. El sentido común es lo que debe primar en ustedes. La certeza de que se haya excedido no existe. Acá cada uno eligió dónde estar. Lino trabajando y el otro robando», dijo el defensor del médico en su alegato, de frente al jurado, mientras Villar Cataldo lloraba y se secaba sus lágrimas.

Lo cierto es que por reglamento el jurado no debe basarse en el sentido común, como pidió Szpiegel. «Yo soy la jueza de derecho y ustedes son los jueces de los hechos», les dijo la magistrado Carolina Martínez, y les advirtió que debían evitar considerar sus propios «miedos, parcialidad, prejuicios y lástima».

«Yo sé que la acción de Krabler les puede causar rechazo y puedan sentir empatía por Villar Cataldo pero esto no es un concurso de empatías. La pregunta de fondo es ¿qué valor le damos a la vida? ¿Vamos a andar a los tiros como en el far west?», les había pedido Juan Carlos Maggi, abogado querellante en su alegato.

A pesar de que los testimonios de los peritos oficiales del juicio respecto de los disparos que ejecutó el médico sobre el ladrón contradijeron la versión inicial del imputado y lo comprometieron frente al caso, el jurado decidió que ni siquiera hubo exceso en la legítima defensa. Los especialistas aseguraron que le disparó cuatro veces de pie, y que las balas entraron al cuerpo de Krabler «de arriba abajo».

Villar Cataldo había relatado infinidad de veces que había disparado desde el suelo para defenderse de una amenaza. En el juicio también se comprobó que el ladrón no tenía un arma de verdad, que era un pistolón sin gatillo, y que al momento de ser asesinado él no empuñaba la falsa arma, porque se había sentado encima. Del lado de Szpiegel dicen que la escena del crimen no se protegió y que todo fue manoseado por «vecinos y policías».

Villar Cataldo fue absuelto (Fotos: Fabián Ramella)

Villar Cataldo fue absuelto (Fotos: Fabián Ramella)

Para Silvia, la mamá del ladrón asesinado, «todo estaba acomodado». En una charla con Infobae posterior al veredicto consideró que el jurado no se puso en su lugar. «Ojalá ellos nunca tengan que pasar por lo que pasé y que tengan que estar en mi lugar. A mí también me roban en el barrio pero yo no mato a nadie, vengo a resolver las cosas a la Justicia», dijo con frustración y enojo.

A esa altura, Villar Cataldo salía junto a su esposa por la parte de atrás de Tribunales. Se iba libre. La estrategia de su defensa, que contó con el apoyo de la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich, quien aseguró que el Estado protegería al médico, había dado resultado.

«Pido disculpas por este momento en el que hay un muerto pero a este muerto no lo busqué. Me parece increíble estar en esta circunstancia. Estoy destruido, mi familia está destruida. Sé que hay una persona muerta y me causa dolor, porque mi vocación siempre fue velar porque hubiera vida», dijo el médico, casi tres años después de haber descargado cuatro tiros de una Bersa 9 milímetros sobre un ladrón que hoy no puede contar su parte de la historia.

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