A la caza del voto joven: ¿Cómo intentan el oficialismo y la oposición seducir a esa franja?

Entre los 34.332.992 de electores habilitados para votar en todo el país en las PASO del 12 de septiembre, hay 8.367.793 personas de entre 18 y 29 años y para estas elecciones se incorporaron al padrón 861.149 adolescentes de 16 y 17 años.

En la cuenta regresiva para las elecciones primarias del 12 de septiembre las principales figuras del Frente de Todos y Juntos por el Cambio se disputan el «voto joven» ante el crecimiento de nuevas opciones políticas y ecualizan sus discursos sobre la marcha con la idea de fidelizar al votante «propio» y captar desencantados, a la vez que pusieron en la franja de sub-30.

Entre los 34.332.992 de electores habilitados para votar en todo el país en las PASO del 12 de septiembre, hay 8.367.793 personas de entre 18 y 29 años y para estas elecciones se incorporaron al padrón 861.149 adolescentes de 16 y 17 años, es decir que entre ambos segmentos suman casi el 27% de los votantes registrados.

Esa porción del electorado se convirtió en un botín codiciado principalmente por el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, por el contexto de crisis económica, el alto número de «indecisos» en las encuestas y una marcada apatía de cara a la definición electoral, combinada con el ascenso de terceras fuerzas y una posible migración de «votos propios».

Ambos espacios centraron buena parte de sus discursos proselitistas del tramo final de la campaña en atraer a esos votantes, principalmente en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires, donde se concentra la mayor cantidad de voto joven y donde, además, las elecciones PASO y legislativas funcionarán como un ordenador para 2023.

«A un joven que se quiere ir del país resignado, angustiado, le diría que se venga a tomar un mate conmigo que le voy a explicar qué vamos a hacer y estoy convencida de que se queda», afirmó recientemente la precandidata a diputada del Frente de Todos por Buenos Aires Victoria Tolosa Paz.

La dirigente oficialista se refirió así a la tendencia que registran tanto en el Gobierno como en la oposición de jóvenes que quieren irse del país, en medio de malas perspectivas económicas (reflejadas por casi todas las encuestas) y de una campaña con mucho reparto de culpas entre ambos sectores políticos.

Tolosa Paz también apuntó a ese electorado durante la descontracturada entrevista en la que habló sobre el «garche», en medio de un intento por mostrarse comprensiva con «los pibes» que se sintieron molestos con las restricciones por la pandemia.

«Los pibes están desesperados, hartos de los aforos; los pibes quieren bailar», sostuvo la ex presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Públicas al tiempo que reivindicó el «goce» y el «disfrute» como una parte importante de la vida.

Casi todos los postulantes de la oposición aprovecharon para criticar a Tolosa Paz y reforzar a la vez su propio discurso dirigido a la juventud, como fue el caso de la precandidata de Juntos por el Cambio en la Ciudad de Buenos Aires María Eugenia Vidalquien sostuvo que «el Gobierno subestima a los jóvenes».

«¿Creen que los van a votar así? Que de su sexualidad se ocupen ellos. Ocupémonos de darles trabajo, de que tengan la mejor educación, de que puedan alquilar», afirmó Vidal en una entrevista con Radio Rivadavia.

En un sentido similar se expresó el precandidato de Juntos en Buenos Aires Diego Santilli, quien luego de calificar como una «barbaridad» los dichos de su adversaria afirmó: «Dejemos la sexualidad de los jóvenes para los jóvenes. Lo que nosotros tenemos que hacer es generar trabajo y mejorar la calidad educativa. Eso es lo que tenemos que hacer».

Por su parte, Facundo Manes, el otro precandidato de Juntos en Buenos Aires, también se metió en la disputa por ese sector del electorado, al que le pidió que se «rebele» y que «no acepte las cosas como son», a la vez que subrayó: «¿Y si en vez de tratar de conquistar el voto de los jóvenes los acompañamos y les damos herramientas para transformar las cosas?».

No obstante, en Juntos por el Cambio también apelan a herramientas que los acerquen al electorado más joven, como fueron los mensajes de campaña de Vidal y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, a través de la red social Tik-Tok, una de las más populares entre los sub-30.

Una de las razones principales detrás de esos intentos por seducir al votante más esquivo para las fuerzas políticas tradicionales es la creciente influencia que está teniendo en ese segmento el espacio liberal y/o libertario que encarnan Javier Milei, en la Ciudad, y José Luis Espert, en la Provincia.

Con un discurso que apela a cambiar de raíz el sistema político-económico (en el caso de Milei, directamente anti-sistema) el liberalismo intenta aprovechar el descontento y la desconfianza que genera en los más jóvenes la crisis económica que inició en la gestión de Juntos por el Cambio y se profundizó en la del Frente de Todos.

Milei encendió las alarmas del comando de campaña porteño de Juntos por el Cambio cuando lanzó su campaña en una plaza repleta de jóvenes seducidos por su verba extremista contra la «casta política» a la que prometió «sacar a patadas en el culo».

En un sentido similar, aunque más anclado en datos de la realidad económica, Espert apela también al electorado sub-30: «Necesitamos a los jóvenes que voten y defiendan nuestra boleta contra las mafias que lucran con el robo de boleta».

A diferencia de lo que ocurre en la Capital Federal, Espert pelea en la Provincia por el voto joven también con el Frente de Izquierda -que tiene más experiencia en cosechar votos entre la «rebeldía juvenil» contra el sistema- en un contexto de encuestas que muestran a estos dos espacios políticos disputándose el cuarto puesto, detrás de Florencio Randazzo.

La primera dirigente que notó este fenómeno fue la vicepresidenta Cristina Kirchnerquien meses atrás apeló durante un acto de campaña a una figura muy conocida en el ambiente juvenil como es el cantante L-Gante.

Y es que el kirchnerismo observó que la llegada que tuvo durante muchos años a los más jóvenes empezó a decrecer, de la misma manera en que el PRO notó una inclinación hacia la opción más «dura» que encarna Milei, quien no por casualidad comenzó a pegarle a Rodríguez Larreta con la misma fuerza que al kirchnerismo.

Diario Mendoza Sur

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