Tati Pereyra, una vida ligada a la buena música

Continuamos entrevistando a personaje de nuestros medios. Hoy es el turno de Tati Pereyra, un gran conocedor de la música, las palabras y la conducción.

-¿Cuándo inició tu relación con la música?

-Mi madre me regaló un disco simple a mis 7 u 8 años, de una orquesta alemana. La canción se llamaba «Ritmo africano», quizás alguno que otro la conocerá.  Terminé la primaria, la secundaria y empecé a visitar distintos lugares de la noche mendocina.  El primero de ellos fue «Zeus, dios de dioses». Ahí se bailaba con amplificadores a válvula, giradiscos precarios y el lugar contaba, como nota de color, con una banda en vivo que se llamaba «Siglo XXI»(corría el año 1969). Otro mítico lugar que frecuentaba era «G7», ubicado en el décimo piso del Edificio Gómez, para mí un templo de la música porque se bailaba lo nuevo. Algo anecdótico era que cuando no había capacidad en los ascensores, debíamos subir en el montacargas.

-¿Cómo empezaste a ser disc-jockey?

-Desde siempre me gustó la música, por supuesto. Un día entré a Casa Silva, una mítica disquería de Mendoza y en ese momento ofrecía una oferta revolucionaria llamada «La bataola de Casa Silva». Esa promoción incluía la venta de discos de todo tipo y color. Comencé entonces a ser asiduo concurrente y cliente y logré una relación cercana con el encargado del negocio, Enrique Pizarro. Él a su vez, era el disc-jockey del conocidísimo boliche Al Diablo. Corría el año 1974 y nos hicimos compinches, a pesar de nuestra diferencia de edad. Además, yendo a otro boliche «Barrabas», aprendí a poner música mucho más especial, algo que asimilé y practiqué.

Al Diablo tenía una estructura muy particular, porque contaba con tres pistas: en planta alta, en semi planta y otra en planta baja, donde todos bailaban sobre pisos de madera. El día que Enrique me dio el visto bueno para iniciarme por primera vez en las bandejas, equivoqué las revoluciones del disco que tenía que colocar. La canción de Ringo Star «Tienes 16 años», debía tocarse en 45 revoluciones y yo la largué en 33. Fue una situación atroz, pero luego mejoré y humildemente, creo que mucho.

-¿En qué otras discos oficiaste de disc-jockey?

Seguí trabajando en Casa Silva y un día de marzo de 1978 fui al boliche «Bizancio». Me encontré con el barman a quien yo ya conocía y me contó que próximamente, un domingo, se festejaría allí una fiesta de egresados. El me invitó como disc-jockey y al dueño le gustó tanto mi tarea durante esa celebración, que terminé haciéndome cargo de la parte musical todo ese año. Pero, sabiamente, decidí retirarme de la noche, porque supe que era lo mejor para mí y mi familia. De todas formas, en Bizancio logramos hacer una buena transformación del lugar. Pintamos, recuperamos los giradiscos, arreglamos el sistema de sonido, de luces. En ese momento Daniel Alsina estaba a cargo de esa parte técnica y pude tener una muy buena relación con él.

-¿Cómo continuó tu carrera?

-Daniel Alsina alquilaba además sus equipos para celebraciones y me invitó a ser disc-jockey en fiestas privadas. Allí comenzó otra etapa muy interesante de mi vida. Trabajé con él y luego decidí independizarme, comprando equipos para tener mis propios clientes. Así fue que un día me contactó el capitán del Club de Golf para musicalizar la fiesta de fin de año. Si bien hubo una interrupción sonora apenas comenzado el baile, porque no supe revisar de antemano la conexión del equipo, la gente bailó hasta las 7 de la mañana, marcando un éxito rotundo en mi rol de giradiscos. Luego fui contratado en fiestas de Regatas, en muchas instituciones más y trabajé mucho para la colectividad judía junto a Salvador Rincón, de quien aprendí de su gusto fino y elaborado.

-¿Cuándo iniciaste tu vida en la radio?

-En 1989, junto a Sergio Simone (a quien ya entrevistaron ustedes) nos presentamos en «FM Futura». Nos recibieron e hicimos juntos

un programa radial donde comenzamos a incursionar con el micrófono. Luego vendría nuestro paso por «FM Infinita».

-¿Cómo ves la tarea del locutor?

-Creo que un locutor debe cumplir o puede cumplir varios roles: ser conductor productor, autor de cosas y poseer una cultura extensa. Volviendo a mi trabajo en radio «Infinita», comencé con «Siesta Club» y varios me dijeron que en ese horario tan mendocino nadie nos escucharía. Afortunadamente nos siguió mucha gente y ante este acierto, quise plasmar una idea que acariciaba desde hacía tiempo: realizar un trasnoche. El programa se llamó «Buen día trasnoche», el cual funcionó satisfactoriamente y la pasamos muy bien haciéndolo. Luego se dio la oportunidad de ser parte de la «Emisora del Sol» y ahí junto a Sergio creamos el segmento «Vivitos y radiando», algo loco y creo que de avanzado, por la música que pasábamos y los comentarios que lanzábamos al aire. Una vez por ejemplo tuve la oportunidad de entrevistar a Miguel Mateos en su etapa como solista… En 1994 estuve en «FM Tiempo» unos meses y antes en «FM Cordillera», donde fui productor musical, compaginador y seleccionador de música, reconozco que fue una linda experiencia. También incursioné en la televisión, recuerdo un programa con López Pájaro.

«En Supercanal»

-¿En qué consistió el capítulo Esquel? 

-Me trasladé con toda mi familia a Chubut desde 1997 hasta 2005. Junto a mi esposa Laura (mi novia de siempre) y nuestros 4 hijos adoptamos aquella ciudad por algunos años. Allí hice radio e incluso llegué a producir algunos programas de televisión. A nivel radial comencé un programa de mi invención: «Memories». Albergamos excelentes recuerdos de ese lugar sureño y después emprendimos el regreso a Mendoza.

-¿Cómo fue volver?

-Reinsertarme acá no fue tan sencillo, porque las cosas habían cambiado, inevitablemente.  Un amigo me conectó con alguien del multimedio Uno y luego de una reunión pude obtener un lugar para hacer lo que quería: trabajar en «FM Ayer». Mi intención fue investigar y poner a rodar canciones del recuerdo, no para revivir una nostalgia, sino para reivindicar melodías, hitos, que marcaron un antes y un después del momento que se vivía. Tuve mi primer espacio los sábados con lo que fue «Sábados de Ayer». Pero lo que yo anhelaba era tener un programa radial diario. Lo conseguí y estuve al frente de «Tardes de ayer» de 18 a 20 horas. Tuve como operador a una persona con muchísima trayectoria y a quien ya conocía, Hugo Taverna. Nos complementamos rápida y fácilmente, pues para esa tarea uno debe ser siempre más rápido que el conductor para que la cosa funcione. Entonces planteé en FM Ayer el proyecto de ser el operador y conductor de un nuevo programa y de esta manera pude plasmar «Memories» en Mendoza, de 20 a 22 horas. Finalmente tuve un corto paso por la AM de Radio Nacional, antes de 2020.

«Junto a Javier Dellamaggiore en FM Ayer»

-¿Qué has hecho últimamente?

-Durante el encierro, empecé a hacer videos en vivo a través de Instagram y Facebook. Mi intervención se llama «Pam box» y entrevisté gente de distintos rubros, con públicos diferentes. En el presente estoy armando una radio en línea cuyo nombre será «Memories». Si bien aún no está ordenada como a mí me gustaría, pronto se enterarán de su existencia.

-¿Qué estilo de música preferís?

-Me gusta conocer todos los estilos. Confieso que internet me ayudó mucho. Todo el tiempo descubro, aprendo y comprendo que el mundo de la red es infinito. Casa Silva fue una excelente escuela para escuchar de todo, por ejemplo, canciones de la época de oro del cine argentino (y mi padre fue un gran maestro). Diría que la música ha sido mi gran denominador, desde el comienzo hasta nuestros días. Es lo que motiva mi vida.

Profesora Alejandra Cicchitti
Columnista de Arte y Cultura
Facebook: alejandra.cicchitti
Instagram: alecicchitti 

Publicaciones Similares